GUÍA ÉTICA DECISIONES DIFÍCILES SEMFYC

La semFYC, junto a una veintena de sociedades más, impulsa una guía de decisiones éticas difíciles

La semFYC, junto con una veintena de sociedades más, ha impulsado una guía de decisiones éticas difíciles orientada al actual contexto de emergencia epidemiológica.

Varias sociedades médicas entre las que se encuentra la semFYC acaban de editar una guía en la que se incluye una serie de recomendaciones generales relacionadas con las decisiones éticas difíciles así como con la adecuación de la intensidad asistencial y el ingreso en las unidades de cuidados intensivos —UCI— en situaciones excepcionales de crisis como en la que nos encontramos en la actualidad.

La guía se orienta en tres ámbitos: el relacionado con la organización y los recursos (disponibilidad y alternativas); el que aborda las características de la persona y la situación global; y el que tiene que ver con la ética de las decisiones. En cada uno de estos ámbitos se ha de tener en cuenta el factor que afecta a las distintas soluciones. 

En el primero de ellos (organización y recursos) se deben valorar factores como el plan de contingencia territorial; la optimización de los recursos; el consenso de los criterios a aplicar; y la planificación de las alternativas.

En el segundo (características del paciente y situación global), hay que tener en cuenta la valoración de la persona; la priorización de las personas según sus características y situación actual; y la adecuación de la intensidad terapéutica según evolución. El último de estos ámbitos (ética de las decisiones) contempla los outcomes; el triaje basado en la justicia distributiva; el principio de proporcionalidad; y la transparencia y confianza. 

  • En concreto, en el primero de los supuestos, se recomienda disponer de un plan de contingencia de emergencia que planifique la distribución de pacientes entre áreas geográficas; priorizar la solidaridad entre centros para maximizar el bien común por encima del individual, valorando la posibilidad de transferencia o derivación a otro centro; fomentar los procedimientos que faciliten el destete de ventilación mecánica y agilizar los circuitos de traslados a planta.

Respecto a las características de las personas, se recomienda valorar al paciente de forma global y no la enfermedad de forma aislada, para lo que se puede contactar con el equipo de Atención Primaria. En el caso de personas mayores, la valoración implica tener en cuenta su 
situación global o “edad biológica” del paciente. Y se propone utilizar la clasificación de las personas según el modelo de 4 prioridades clásico de la UCI. En caso de complicaciones o mala evolución, habría que plantear una desintensificación terapéutica, es decir, la limitación del tratamiento de soporte vital (LTSV), priorizando medidas paliativas.

Para terminar, el apartado relacionado con la ética de las decisiones, se recuerda que el orden de prioridades  pasa por la la maximización de la supervivencia al alta hospitalaria
o de años de vida salvados; pero siempre teniendo en cuenta que la edad cronológica no debe ser ser el único elemento a considerar. Por otro lado, se recomienda valorar el principio coste /oportunidad y aplicar criterios estrictos de ingreso en UCI basados en maximizar el beneficio del bien común. En todas estas decisiones es de vital importancia ser transparente, comunicar a pacientes y familiares la situación aunque hay que tratar que sean consensuadas.

Todas estas decisiones deben ser planificadas para dar soporte a los familiares y a los profesionales, dado el impacto emocional de las mismas. Por eso, es siempre recomendable que la toma de decisiones se realice de forma compartida entre el equipo interdisciplinario, y siempre que sea posible, con el paciente y familia. 

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